La exigencia constante, por parte de los grandes grupos empresariales, de retirar las condiciones que regulan los despidos colectivos ya entra en vigor.
La decisión de convertir el Consejo Superior de Labor -con el consenso de GSEE (Central Sindical de Grecia)- en mecanismo de autorización a los grupos empresariales para despedir libremente cuántos y cuándo quieran, ya tiene sus primeras victimas. Los despidos en la Acería Griega, constituye un golpe aplastante contra los derechos laborales que quedan todavía.
El gobierno, que supuestamente con sus iniciativas lucha contra el desempleo y está llorando lágrimas de cocodrilo para los desempleados, está materializando una petición fundamental de los industriales, quienes presionaban continuamente y con dureza para que se les permitiera el aumento del porcentaje de despidos. Los despidos colectivos de los trabajadores en la acería, abren el camino para lo que seguirá a continuación. Nacen nuevos peligros para el aumento del desempleo, se está fortaleciendo el abuso de autoridad patronal, se está preparando el terreno para despidos masivos y sin control.
El incremento del porcentaje de despidos, más de lo previsto en la normativa vigente, junto con el tijereteo de todos los requisitos formales vigentes hasta ahora, son las medidas necesarias para los monopolios y los grandes grupos empresariales a fin de proteger su propiedad y sus ganancias, a fin de soltarse las manos. Para que los industriales se libren del cargo que constituía un obstáculo hasta ahora para fusiones, compras y traslados posibles de sus empresas. Es decir, para que puedan con flexibilidad, libremente y sin coste “librarse” de sus empleados, remplazarlos con trabajadores nuevos, más baratos, sin contratos, sin derechos.
Sobre este terreno se está construyendo el desarrollo y la recuperación de las ganancias empresariales. Para los trabajadores, el objetivo no debe ser el cambio de gerente del sistema, sino el cómo tomaremos las llaves de la economía y el poder de los monopolios y los grupos empresariales. De lo contrario, sea cual sea la combinación de gestión, con cualquier gobierno que acepte el dominio de los monopolios, el pueblo recibirá las bofetadas una tras otra, la indignación y las medidas no tendrán fin.
Los sindicatos, los trabajadores, la juventud, que no permitamos la masacre de los trabajadores. Ayer les llegó la hora a los aceros, hoy y mañana será nuestro turno. Con la reorganización de nuestras fuerzas, con fe en que tenemos la justicia de nuestra parte, con organización y nuestra lucha pongamos fin al ataque antipopular, a los que arrasan nuestras vidas.
